Mi hogar
(Lunes) Cinco días antes.
Después de la charla con Marlene en la terraza me sentí tranquilo,
el que me haya perdonado por haber sido un jodido en la secundaria me quitó el
remordimiento que llevé por años.
remordimiento que llevé por años.
Aún así, después de haberla dejado en la puerta de su departamento,
siento que quedan cosas por solucionar.
Llegué a mi casa y traté de relajarme en el sillón. El silencio y
la soledad me rodeaban, es algo que siempre me pareció extrañamente agradable,
pero ahora, en estos momentos preferiría estar acompañado.
Mi celular sonando en mi bolsillo me sacó de mis pensamientos.
Miré el número y maldije.
*¿Qué quieres?* Hable
rápido y cortante para que la conversación no durara mucho.
*Hijo solo quería que sepas que volveré* El esperó mi respuesta
pero no pude decir nada. * Solo serán unos meses, debo ver unos negocios y
luego regresaré a España*
*¿Qué tengo que ver yo con esto?* Respondí tratando de mantener la
calma.
*Pensé que… Tal vez podía verte* Dijo despacio.
*Eso no es una opción desde que jodiste las cosas* Dije y corté la
llamada.
Mi padre era el típico hombre de negocios, que nunca
tenía tiempo para su familia. Lo veía pocas horas y en algunas ocasiones pasaba
días sin verlo. Jamás nos faltó nada en casa, pero el icono paterno brillaba
por su ausencia.
Una tarde cuando tenía diez, con mi madre fuimos de viaje sorpresa
a España, ya que mi padre debía quedarse un mes por trabajo.
Cuando llegamos, mi mamá me dio las llaves mientras ella pagaba el
taxi. Abrí la puerta con prisa y salí corriendo hacia su despacho, sabía que él
estaría ahí, entre corriendo y los encontré.
Mi padre besando a una mujer que trabajó con él durante muchos
años. Ella estaba sentada en su escritorio y él cuerpo de mi padre entre sus
piernas.
En ese momento algo se quebró en mí. Mi idea de familia se rompió
ante mis ojos. Mi idea de matrimonio se destruyó en ese instante. La ilusión de
querer ser igual a mi padre cambió, nunca sería como él, ni haré lo que él
hizo. Ese día hice una promesa, jamás tendré una familia, solo yo a partir de
ahora.
El desprecio hacia mi padre creció con los años, cuando me enteré
que él y esa mujer tenían un hijo dos años menor que yo.
Luego de cortar la llamada, pensé en llamar a Marlene, necesito
una distracción y ella me hace reír, me hace sentir cómodo, me hace bien…
Luego recordé que estaría con su novio.
Me dirigí a la cocina y tomé una botella de whisky, antes de tomar
mi cuarto vaso fui a buscar mi celular a la mesa y caí en mi sillón.
Decidí escribir un mensaje a Marlene, haría todo lo posible para
que ella esté conmigo esta noche, es la única persona que puede ayudarme en
estos momentos…
####
Actualidad
Me miré al espejo y observé los signos que había en mi cara de
anoche, mis ojeras estaban marcadas. Solo hace cuatro horas dejé el
departamento de Lucas y no pude dormir
casi nada.
Ian me había escrito a las siete para decirme que volvería a
nuestra ciudad, así que pensé que sería bueno visitar a mis padres y mientras
tanto podría tomar algunas fotografías para un trabajo que debo presentar.
Me maquillé para disimular mi insomnio y así poder estar más
presentable.
Al decidió quedarse, y entre sueños me pidió que salude a mis
padres y que me burle de Ian por manejar como “abuelita”.
Minutos más tarde, estábamos en la ruta que nos llevaba a la
ciudad en la que crecimos, Ian puso música tranquila y eso hizo que duerma todo
el viaje, soy una pésima y aburrida amiga.
— ¿Dónde estamos? — Pregunté sin abrir los ojos
Ian se rió — Estamos llegando, ¿Marlene, acaso no dormiste ayer? —
— Muy poco, fui a una fiesta. — Dije incorporándome y abriendo los
ojos.
— ¿A una fiesta? A ti no te gustan las fiestas. — Dijo sonriendo.
— No te equivocas en eso… Lucas me invitó, y lo acompañé. —Dije
sin rodeos.
— ¿Están saliendo? —
— ¿Tú también con eso? Creo que tú y Al son más parecidos de lo
que pensé. Y no, no estamos saliendo— Dije mirando por la ventana del auto y
noté que habíamos llegado. Ian estacionó el auto en la casa de mis padres, y
antes de bajar preguntó.
— Lene, ¿Sigues sintiendo lo mismo por él? —
Pensé bien su pregunta, claro que no sigo sintiendo lo mismo por
Lucas, los sentimientos son más intensos ahora. Antes no había sentido tanta
necesidad de abrazarlo, de cuidarlo, y el deseo que él cambie de actitud y por
una vez en su vida me traté bien dos días seguido.
Sin lugar a dudas estaría siempre para ayudarlo, no sé si por
idiota, masoquista o porque es el único chico que quise y que nunca pude dejar
de querer.
Mi amigo me preguntó si sigo sintiendo lo mismo por Lucas,
evidentemente no. Mis sentimientos aumentaron desde que lo volví a ver, estoy
segura que lo quiero más de lo que quiero aceptar.
— No— Respondí a su pregunta.
Ian solo asintió, y sabe que mi respuesta es ambigua, pero no
preguntó nada más.
Bajamos del auto y nos encaminamos hasta la casa de mis padres, mi perro Evaristo, un labrador retriever
blanco nos dio la bienvenida. Solo tiene un año pero creció mucho de la última
vez que lo vi.
— ¿Qué le dan de comer a este perro? — Preguntó Ian mientras
agarraba a Evaristo que se ponía en dos patas. — Tiene una fuerza sobrehumana,
digo sobrecanina, o algo así.
— ¿Acaso existe esa palabra? — Dije riéndome mientras me dedicaba
a acariciar a mi perro mientras jugábamos con él.
— Cariño ven, los chicos llegaron. — Chilló mi madre mientras
salía a recibirnos.
— Hijos — Dice mi madre abrazándonos. Ella dice que adoptó a Ian
como hijo el día que yo la convencí de que solo éramos amigos y nada más.
— Hola Señora Muller— Saludo Ian.
— Hola ma— Sonreí y le di un pequeño abrazo.
— Chicos— Se escuchó la voz de mi padre y salí a abrazarlo. — Hola
cariño— Susurró en mi oído.
— ¿Abrazas a papá más que a mí? — Dijo mi madre en tono divertido.
Ian rodeó su brazo alrededor de mi madre. Él compró a mis padres desde la
primera vez que se conocieron y puedo decir que ya tenemos la misma confianza
que una familia.
— El es mi hijo— Dice señalando a mi amigo, yo solo reí mientras
caminaba adentro de mi casa. Mi antigua casa.
Cuando entré, noté que todos los muebles estaban en su lugar, solo
compraron una tele más grande. Los sillones blancos de la sala seguían llenos
de cojines de colores, cuadros de todos los tamaños inundaban las paredes.
Digamos que mi antigua casa tenía su pequeño toque alegre sin una pizca de ridiculez.
Alfombras rojas y negras se situaban en algunas partes del piso de
madera.
Mi vista se dirigió a la escalera y me entraron ganas de ir a ver
mi antiguo cuarto. Mi padre notó a donde estaban mis ojos y me habló.
— No tocamos nada de tu habitación. — Dijo
— Lo sé. — Mi madre siempre espera a que regrese, porque con
diecinueve años dice que aún soy muy joven para vivir sola en otra ciudad.
Era un día soleado típico de verano, y mi madre ofreció desayunar
en el patio trasero.
Las sillas de madera tenían cojines de color blanco y verde a
rayas y en la mesa había un pequeño florero con una flor rosa en el medio. Los
pequeños detalles de mi madre me hicieron sonreír, ella no dejaba de adornar
todo.
Papá y yo siempre reíamos de sus locuras hogareñas.
— ¿Se quedan a comer? — Preguntó mi madre.
— Yo solo estoy de pasada, debo visitar a mis padres y a Emily—
Dijo Ian.
— ¿Cómo está tu hermana? — Preguntó mi padre.
— Cumplirá seis en dos meses— Dice Ian sonriente.
Aún recuerdo la emoción en su voz cuando me contó que tendría una
hermanita, ella tiene el mismo color de ojos que Ian, y su cabello es rubio y
lacio. Tiene rasgos parecidos al de su hermano.
Luego de una hora Ian se marchó para visitar a su familia, yo me
quedé con mis padres y decidí visitar mi antigua habitación.
Mi padre no mintió, todo está tal cual lo recuerdo.
Evidentemente mi madre limpia mi habitación a menudo, todo está
muy limpio. Desde que me mudé no he estado aquí. Veía a mis padres porque ellos
eran los que venían a visitarme.
La cama seguía contra la pared, y estaba cubierta con un acolchado
de color coral, que seguramente, vendría a buscar en invierno. Arriba tenía una
almohada de color blanco y dos cojines negros.
Los estantes que tenían mis libros estaban vacíos, solo quedó un
oso de peluche que me regalaron mis padres cuando tenía cinco.
Las paredes color vainilla estaban levemente desgastadas, y a
pesar de que mi madre mantenía el orden y la limpieza, podía sentir abandono y
ausencia en el lugar. Decidí abrir las ventanas de madera que tenía a los pies
de mi cama.
Me senté en mi antiguo escritorio de estudios, y tomé un cuaderno
que guardaba bajo este. Era como una especie de escondite secreto, donde
volcaba mis sentimientos.
No es un diario íntimo… Creo.
No sé porqué todavía lo
conservo, pero no quiero tirarlo aún. Decidí leer una página al azar, donde
encontré una pequeña nota.
“Sus ojos verdes me miran con burla, pero mi mente hace caso omiso
a ello, y se concentran en lo bonitos que se ven en un día de tormenta”
Me reí ante mis palabras escrita años atrás. Recuerdo lo mucho que
me gustaba el otoño, una estación con bastantes días nublados. Gracias a ello
podía admirar los ojos de Lucas que se volvían más oscuros.
Cerré el cuaderno y lo guardé nuevamente en su lugar, espero que
mis padres no lo encuentren, y si lo encontraron que no lo lean.
Miré mi mochila y tuve ganas de buscar mi celular que estuvo en el
bolsillo desde que salí de casa, ya eran las 11:54 según el reloj que llevo en
mi muñeca izquierda, y en mi otra muñeca llevo la pulsera que me regaló Bruno,
es la segunda vez que la uso desde que me la dio.
Preferí no hacer caso a mis pensamientos y dejé mi celular en el
bolsillo de mi mochila, solo saqué mi cámara.
Bajé las escaleras y me choqué con mi madre.
— ¿Estás contenta de estar
en casa? — Preguntó con una sonrisa.
— Si mamá los extrañé. —
— Puedes venir siempre que
quieras. — Habló en tono melancólico.
— Lo sé mamá, iré a sacar
algunas fotos en el patio. — Dije con una sonrisa.
—De acuerdo, iré a preparar el almuerzo.
— Dijo mientras me besaba la frente.
####
Desperté con mis brazos alrededor de una almohada. Levanté la
vista mientras abría los ojos.
Noté silencio y soledad en mi habitación… Estaba solo.
Me levanté y la busqué en todo el departamento pero no estaba.
Volví a la sala y encontré una maldita nota en la mesa.
<Lo siento, pero no podía quedarme>
La rompí y la tiré a la basura. ¿Qué problema tenía con quedarse?
¿Será que en verdad la asusté ayer? Después de todo la dejé sola…
No, en realidad ella estaba con ese idiota que no recuerdo el
nombre. Yo no tenía la culpa, ella debe darme una explicación de cuál fue su
motivo para irse de aquí.
Iré a buscarla… Ahora.
Decidí ducharme rápidamente, en mi rostro no estaban los signos de
la pelea salvo una pequeña marca en mi mejilla que poco me importa.
Minutos más tarde estaba aparcando en la vereda de su
departamento. Estoy sumamente malhumorado pero no entiendo la razón.
Anoche vi en que piso estaba el ascensor, por lo que ya sé a donde
vive. Subí por las escaleras para intentar calmar la molestia que estoy
sintiendo. Generalmente, en estos momentos voy por un trago, pero hoy prefiero hablar.
Llegué a su puerta y golpeé. Como nadie respondía decidí hacerlo
más fuerte, luego de unos minutos la puerta se abrió.
— ¿Qué rayos sucede? — Dijo una chica con cabello rubio y
despeinado.
— ¿Marlene está? — Pregunté respirando tranquilamente tratando de
ser paciente.
— ¿Quién eres? — Preguntó
mientras se frotaba los ojos. Llevaba una resaca de los mil demonios.
— Un amigo—
—Oye, yo te conozco… Eres el que vino a la tienda una vez. — Dijo.
— Exacto. ¿Está Marlene? —
— Sabía que Marlene te
había gustado. — Dijo. Joder, ¿Por qué rayos no va a llamarla?
— ¿Puedes llamarla? — Le
pregunté con mi paciencia al límite.
— Ella no está. —
— ¿Acaso no llegó anoche?
— Pregunté y supuse que estaría con el idiota de ayer, la idea me puso loco.
— ¿Tú eres Lucas? —
Preguntó.
— Si, ¿Anoche no llegó? —
La rubia se cruzó de brazos y respondió — Si llegó, pero se fue
temprano con su amigo. — Terminó la frase con una sonrisa.
Tenía ganas de golpear algo. ¿Acaso Marlene me dejó para verse con
ese maldito desgraciado?
— ¿Puedes decirme donde
fue? —
— Puedo decirte donde
fueron, pero no tengo ganas de hacerlo. — Dijo.
— Debo hablar con ella—
— Dime Lucas, ¿Qué es lo
que quieres? Soy la mejor amiga de Lene hace muchos años, y no permitiré que un
idiota la trate como basura. —
— Somos amigos ahora— Dije
tratando de creerme a mi mismo.
— No puedo ayudarte. —
Dijo mientras cerraba la puerta.
No entiendo porque me cae tan mal su amigo, pero si ella prefiere
pasar tiempo con él es porque debe tratarla bien.
Yo debo hacer lo mismo, pensé.
¿Acaso estoy considerando competir con ese tipo? ¿Qué rayos gano
con esto?
Aún seguía parado en la puerta, y decidí golpear de nuevo.
— ¿Tú de nuevo? —
Levanté las manos mostrando que venía en paz, ella volvió a cruzar
sus brazos, en verdad desconfiaba de mi.
— Necesito hablar con
ella. ¿Puedes decirme dónde encontrarla? — dije
Ella rodeó los ojos.
####
— Cariño, en quince
minutos estará el almuerzo. — Me dijo papá, mientras le saqué una foto.
— ¿Qué haces? — Dijo
sonriendo.
— Nada, solo quiero sacar
algunas fotos para poner en mi cuarto. —
— La cara de un hombre,
viejo y calvo… ¿Es eso lo que quieres poner en tu habitación? —
— Tú lo dijiste. — Dije
sonriendo.
— ¡Marlene! — Gritó mi
madre.
— Lo sé, el almuerzo
estará en quince minutos. — Le dije mientras me reunía con ella en la puerta
trasera de mi casa.
— Un chico pregunta por
ti, dice ser tu amigo, te espera en la sala. —
— ¿Qué? — No sé porqué
pero mi mente me llevaba a una sola persona.
Entré a mi casa y Lucas estaba parado en la sala. Tropecé con mis
pies y casi me caigo. El sonrió.
— ¿Qué haces aquí? —
Tragué saliva.
— ¿Por qué te fuiste
anoche? — Preguntó acercándose a mí.
— No puedo quedarme dos
veces a dormir en tu casa, sería una falta de respeto para ti. — Dije y noté lo estúpido que sonaba.
Su risa inundó el lugar y dije
— Quizás estás acostumbrado a tener visitas constantes, pero yo no soy
así. —
— En primer lugar, yo
nunca recibo visitas. En segundo lugar yo te invite. — Dijo acercándose más, y
me susurró al oído mientras yo aspiraba el aroma de su cuello. — Y en tercer lugar, no es faltarme el
respeto. Me encanta tenerte en mi cama.
Lo aparté cuando oí unos pasos acercándose.
— Hija ya está el almuerzo… — Dijo y luego miró a Lucas. — Puedes quedarte a almorzar. — Ofreció mi
madre.
Yo negué disimuladamente con la cabeza y mi mamá me observó
confusa. Creo que Lucas me vio porque él me miraba y sus hoyuelos aparecieron.
— Me quedaré si Marlene quiere. — Dijo mirándome divertido.
Suspiré antes de contestar. — Quédate a comer con nosotros Lucas—
El miró a mi madre y se encogió de hombros. — Ven por aquí— Dijo
ella, mientras Lucas la seguía.
Observé la irónica imagen que tenía ante mis ojos. Esto no podía
ser bueno.
Lucas se sentó a mi lado en la mesa, mi padre lo miraba fijamente
pero no de manera amenazadora, solo lo estaba analizando.
— ¿De dónde se conocen? — Preguntó mi padre mientras cortaba el
pollo que tenía en su plato.
— De la escuela. — Respondió Lucas.
— Nunca te había visto antes, ¿Conoces a Ian? — Preguntó mi madre.
Lucas curvó sus labios hacia arriba. — Si. —
Mis padres se miraron, obviamente sorprendidos, Lucas era un chico
de pocas palabras. Pero debo reconocer que se sabe comportar.
— ¿También conociste a ese chico que molestaba a Marlene? —
Preguntó mi madre. Yo jamás les mencioné quien era la persona que me trataba
mal en la secundaria, pero ellos sabían que había un chico.
Lucas se tensó en su asiento.
— Ma no hablemos de esas cosas, ya pasaron. — Dije lo más
tranquila que pude.
— Tienes razón hija, pero recuerdo lo angustiada que llegabas.
Recuerdo que estuvimos a punto de cambiarte de colegio—
—Si, pero eso ya pasó. —
Dije forzando una sonrisa, pude notar que Lucas dejó el tenedor apoyado en la
mesa y miraba fijamente su plato.
Mi madre en un intento
de romper el hielo dijo — Tienes razón ya pasó, además ¿Ese chico te gustaba
verdad? Qué bueno que ya no lo ves, ahora puedes seguir adelante fácilmente.
Me quise morir en ese
instante. Noté la mirada de Lucas disparada hacia mí.
Yo no pude decir nada,
no podía levantar la mirada. Si mi madre quiso ayudarme, debo decir que me
enterró diez metros bajo tierra.
— Claro que no querida.
Nuestra hija sabe cuidarse, jamás estaría con alguien que la lastimara. — Dijo
mi padre y cambió de tema.
Amo a mi madre, pero
metió la pata hasta el núcleo de la tierra, Lucas no dejó de mirarme en todo el
almuerzo. Yo no lo miré en ningún momento.
Me ofrecí a lavar los
platos mientras mi mamá los levantaba. Fui directo a la cocina, abrí el grifo y
mojé mis manos en un intento de calmarme.
Mi madre llegó con los
platos y yo los comencé a lavar.
— Marlene, ¿Ese chico es
tu novio? — Preguntó.
— No, solo es un amigo
mamá. — Respondí cansada.
— El es lindo. — Dijo
con una sonrisa pícara.
En algunos momentos
cuando me miraba al espejo, podía ver a mi madre y el parecido en nosotras.
Cabello castaño y lacio pasando los hombros, y en algunas ocasiones
teníamos bucles en las puntas. Tez
blanca, estatura media, no éramos delgadas por completo, pero si teníamos bien
marcada nuestra figura, y puedo decir que tengo un buen estado físico gracias a
que solía correr mucho. En casi todo me parecía a ella, excepto mis ojos cafés, eran igual a los de mi padre, ya que mi madre tenía ojos azules.
— Iré a buscar las demás
cosas. — Dijo mi madre con una sonrisa. — Por cierto hay un lavavajillas ahí.
Yo seguí lavando los
platos con el grifo, dejando el lavavajillas atrás.
— ¿Necesitas ayuda? —
Preguntó Lucas detrás de mi. Me tensé al instante.
— Yo puedo, gracias. — Respondí rápido.
Sentí sus manos en mis
brazos. — Hey, si estás así por lo que dijeron recién, no me afectó, y lamento
que te hayan recordado lo estúpido que fui. — Dijo en mi oído. Cerré mis ojos.
Lo que más me afectó fue
que él se enterará de mis sentimientos.
— Todo está bien— Dije,
mientras me daba vuelta para mirarlo a los ojos.
— De acuerdo. —
Dijo sonriendo. —Límpiate. —
— ¿Qué tengo? — Comencé
a tocar mi rostro en todos lados.
El estiró la mano y me
puso la espuma del jabón en la mejilla.
— Tienes jabón. — Dijo,
mordiéndose el labio levemente para no reírse.
Yo lo miré enarcando una
ceja, lo tomé del rostro y froté mi mejilla contra su cara limpiándome contra
él. Lanzó un pequeño quejido y recordé la pelea de ayer.
— Lo siento, lo siento. —
Dije.
Él solo sonreía con
malicia y luego me llenó de espuma todo el cabello.
— Acabas de cometer un grave error. — Dije y
él se encogió de hombros.
Agarré un vaso y le tiré
el contenido. Terminé mojando su camiseta y parte de su cara con agua en vez de
tirarle espuma.
El levanto de su
camiseta para limpiarse la cara, y noté en sus costillas las famosas teclas de
piano y del otro lado tenía una guitarra a lo largo. Anoche no lo noté porque
él estaba de costado.
— Veo que te gusta la
música. — Dije mirando la guitarra criolla tatuada en su piel.
El dejó su camiseta
arriba. — ¿Te gustan? — Preguntó.
Yo estaba algo perdida,
no sé si hablaba de sus tatuajes o de sus músculos. <Rayos, Marlene.
Concéntrate>, me dije.
Antes de responder,
escuchamos unos pasos, y el bajo su camiseta lentamente, mientras me miraba.
— ¿Necesitan ayuda? —
Preguntó mi madre y luego nos miró a nosotros y después el suelo con agua. —
¿Qué pasó aquí? — Dijo frunciendo el ceño.
— Nada. — Dije riéndome.
Ella entrecerró los ojos
y luego se fue.
Pasamos parte de la
tarde en el patio trasero de mi antigua casa. Mientras yo acariciaba a mi
perro, noté que Lucas se acercaba a mi padre. Supuse que todo iba bien porque
ambos sonreían. Lucas con su típica sonrisa mostrando sus hoyuelos en todo su
esplendor.
Me encantaba esa
sonrisa.
Escuché a mi madre
aclararse la garganta. Y la miré.
— Hija…— Vaciló. — ¿Te
gusta ese chico? —
La miré con mis cejas
alzadas. — ¿Por qué preguntas eso? —
— Porque no has dejado
de mirarlo. —
Yo sonreí. — Los miro,
porque es raro verlos así. — Dije observando a mi padre y a Lucas conversando
entre dientes y sonriendo ampliamente.
— Hija, ¿Ian vendrá a buscarte? — Preguntó mi
padre.
— Supongo que si, pero
no sé a qué hora… Yo debería ir al parque a sacar algunas fotos para un
trabajo. —
— ¿De qué se trata? —
Preguntó mi mamá.
— Debemos hacer un
álbum, es una presentación. —
— Luego cada imagen debe
contar una historia, ¿verdad? — Preguntó Lucas.
— Si, ¿También debes
hacer ese trabajo? —
— Lo hice en primer año.
—
Recordé que él era mayor
que yo, pero no recuerdo cuanto, además ¿Por qué estaba en mi clase de los
viernes?
— ¿Estudian juntos? —
Preguntó mamá.
— No— Respondió Lucas y
lo miré. — Estoy en mi último año de comunicación audiovisual, solo fui a una
clase de primer año, porque el profesor me lo pidió.
— Eso quiere decir que
van a la misma universidad pero no a la misma carrera. —
— Exacto. — Dijo Lucas.
— ¿Qué edad tienes? — Le
susurré a Lucas.
El con su mano izquierda
me mostró dos dedos y con su derecha tres. El tiene veintitrés.
— Puedo llevarte al
parque. — Dijo Lucas.
— Eso sería genial hija,
el puede darte consejos con tu trabajo. — Dijo mi madre.
— Preferiría hacerlo
sola, pero si acepto que me lleves. —Dije dirigiéndome a Lucas.
Minutos más tarde
estábamos en el parque, solo necesitaba algunas imágenes para recrear las
tardes que viví con mis padres aquí.
— ¿No hay fotos tuyas? —
Preguntó Lucas mientras miraba la memoria de mi cámara.
— No. ¿Cómo sabías que estaba aquí?—
— Tu amiga. —
— ¿Enserio? — Conozco a
Al y ella es algo desconfiada.
— Si, digamos que no fue
fácil. — Alcé mis cejas. — De acuerdo, yo creí que estabas con el idiota de la
fiesta. —
— ¿Con Bruno? ¿Qué hay
con eso? —
— Ella creía que estaba
celoso, entonces tuve que decirle que si, para que me dijeras dónde estabas. —
— Vaya, debió ser
difícil para ti. — Dije con sarcasmo.
— No lo fue— Dijo y lo
miré a los ojos. — En verdad moría de celos. —
Comencé a reír
falsamente. — No te creo. Ya es hora de
irnos. — Finalicé
El me tomó del brazo y
me acercó a su cuerpo. Su aliento chocaba contra mi boca.
— ¿Por qué no me crees?
— Susurró.
— Ya tenemos que irnos.
— Dije y mis palabras salieron apresuradas.
— ¿Por qué siempre
huyes? —
Por miedo, pensé.
Comencé a caminar,
mientras Lucas me seguía de cerca. En un rápido movimiento él puso su pie
delante de mí, y terminé cayendo en el pasto. Digamos que mi caída fue con
delicadeza porque el me atrapó.
¿Me tira y luego me
atrapa?
El se puso encima de mí.
— Ahora no puedes huir.
— Sonrió.
— ¿Qué estás haciendo?
Sal de encima, la gente pensará cualquier cosa. — Dije mientras lo empujaba con
poca fuerza.
— No me interesa lo que piense la gente… Ahora
dime, ¿Es verdad lo que dijo tu madre? — Habló mientras me observaba, el sostenía
uno de mis brazos con delicadeza al costado de mi cuerpo, y con su otro brazo
mantenía su peso para no caer del todo encima de mí, mientras su rostro estaba
a poca distancia del mío. Nuestras piernas entrelazadas.
No quería pensar en mi
rodilla apoyada sobre su… Joder, debo tener la cara roja en estos momentos.
— Dime Marlene, ¿Yo te
gustaba? — Preguntó y noté la desesperación por saber la respuesta.
Asentí, mientras miraba
a un costado. Estuvimos unos segundos así hasta que yo hablé.
— Bien. ¿Puedes salir de
encima? — Pregunté y en un pequeño acto de valentía lo miré a los ojos.
Lucas me miraba
fijamente. Y para mi jodida mala suerte no pude leer su inexpresivo rostro.
Hice el amague a
levantarme pero el puso su boca en mi camino.
Yo seguía con mis ojos
abiertos por la sorpresa, pero sin vacilar me perdí en su beso. Mi cuerpo se
relajó al instante, el soltó mi mano para tomar mi rostro. Su lengua repasó la
mía sin piedad, y por un instante olvidé el parque, la gente, y hasta mi
nombre.
Una de mis manos estaba
en su pecho y la otra acariciaba las teclas del piano tatuada por encima de su
ropa.
Muy a mi pesar me separé
de él.
— Estamos haciendo un
espectáculo en el medio del parque. — Susurré mientras recobraba el aliento.
— No tienes ni idea de todas
las cosas que te haría. — Dijo mientras acariciaba mis labios con su pulgar.
Se levantó y tendió su
mano para ayudarme a levantarme. Sin soltarla me dirigió hasta su auto.
— ¿Volverás a saludar a
tus padres? — Asentí mientras bostezaba, necesito dormir. — No dormiste ni un
poco anoche ¿Verdad? —
— No. — Dije con los
ojos cerrados, y repasaba su beso una y
otra vez en mi cabeza.
— ¿Qué harás después? —
Me preguntó.
Lo miré mientras él
miraba fijamente la carretera, frunciendo el ceño en algunas ocasiones. Su boca
estaba roja, yo sonreí.
— Nada. — Respondí
mientras aparcábamos en la casa de mis padres.
— ¿Quieres que te lleve
o prefieres que te lleve Novak? — Dijo refiriéndose a Ian.
— Pasaré a saludar a mis
padres y voy contigo. — El mostró su hoyuelo. — ¿Vienes? — Pregunté.
Minutos después yo
estaba abrazando a mi madre mientras estábamos en la puerta.
— Tengan cuidado. — Dijo
ella.
Lucas y mi padre
compartieron una mirada rápida y se saludaron.
Mientras volvíamos a la
ciudad, nuevamente me quedé dormida.
Me desperté con la voz
de Lucas en mi oído.
— Mar despierta. —
Sentí su boca en mi
cuello, y abrí los ojos al instante.
Estábamos en su auto,
pero en el estacionamiento de su casa.
— ¿Qué hacemos aquí? —
El se encogió de
hombros. — Como ayer no te quedaste, decidí que hoy vengas a mi departamento,
además eres mi enfermera. — Dijo señalando su mejilla.
— Lucas, no puedo
quedarme aquí. — Dije tratando de buscar algún argumento para convencerlo.
— De acuerdo. — Dijo y me
sorprendió lo sencillo que fue. — Te daré dinero para un taxi, estoy cansado
para conducir. — Dijo y supe que estaba enojado. Supongo que soy la única que
le dijo que no en su vida.
— Es temprano, caminaré.
— Dije bajando del auto.
— Hazme caso Muller,
oscurecerá en cualquier momento. — Volvió a llamarme por mi apellido. Sip,
estaba enojado.
— Nos vemos. — Dije
mientras caminaba hasta la salida del estacionamiento, el no me siguió.
Caminé hasta mi
departamento. No entiendo que le pasa a Lucas, hasta hace unos momentos todo
iba bien entre nosotros. No puede enojarse porque no acepté quedarme con él,
además no puede salirse con la suya siempre.
Mi celular no dejaba de
vibrar en mi bolso, decidí ignorarlo.
A pesar de ser las 19:45
la calle estaba desierta y oscura, apuré el paso mientras las luces de una
camioneta hicieron que entrecierre mis ojos, el vehículo frenó al lado mío y
una voz masculina dijo algo desde el interior que no pude comprender…
####
Subí por el ascensor y
presioné el botón del último piso.
Miles de imágenes de
Marlene en peligro vinieron a mi cabeza. Presioné un botón para frenar el
ascensor pero este subió hasta el último piso, volví a presionar el que me
llevaba hasta la planta baja del edificio.
Una vez ahí corrí hasta
el estacionamiento en busca de mi auto, subí y busqué a Marlene por todas las
calles mientras llamaba a su celular.
Estoy seguro que no tomó
ningún taxi y que fue caminando. Joder, a veces es muy desafiante.
Después de dar algunas
vueltas por la ciudad, supuse que ella ya habría llegado a su casa.
Esta vez, preferí tocar
timbre en vez de volver a chocar con su amiga y sus insistentes preguntas.
— ¿Lene? ¿Volviste a
perder las llaves? — Preguntó la voz de su amiga.
Y con eso me acababa de
confirmar que Marlene no volvió a su casa.
¿Cómo es posible? Hace
media hora dejó el estacionamiento, ya debería haber llegado aquí.
Volví al auto y repasé
el camino mirando hacia todos lados, ¿Dónde podría estar?
####
— ¿Qué haces aquí? — Me
preguntó bajándose de la camioneta.
Suspiré al notar que era
Bruno.
— Este lugar es
peligroso. Te llevo. — Dijo.
Llegamos a la vereda de
mi departamento y le conté a Bruno todo mi día, sacando algunos pequeños
detalles como lo de mi beso en el parque y porqué estaba caminando sola.
También le conté todo lo
sucedido en la fiesta, que Lucas me defendió del chico que me estaba
molestando.
Bruno escuchó
atentamente.
— Ahora entiendo, ¿Sabes
lo que me costó separarlos? Tu… amigo tiene mucha fuerza. — Dijo.
Mi celular no dejó de vibrar,
y ya me estaba molestando decidí responder.
* ¿Qué quieres? *
* ¿Dónde estás? ¿Estás
bien?* Preguntó Lucas y parecía… ¿Angustiado?
* Llegando a mi casa. *
Dije y el suspiró.
* Quédate donde estás
iré por ti. *
* Estoy en la puerta. *
Dije.
* Iré por ti. * Repitió
y corto la llamada.
— Lo siento, debo irme…
Gracias por traerme. — Le dije a Bruno, el miraba mi muñeca.
— Tienes puesta la
pulsera. — Dijo sonriendo.
— Claro, me encanta. —
Le dije agitando mi muñeca.
Lo saludé y esperé a
Lucas, pasado tres minutos noté su auto aparcando en mi puerta. Prácticamente
salto del coche y me sorprendió cuando me abrazo fuertemente.
— ¿Estás bien? —
Pregunté. El estaba temblando.
— Joder, me pegué el
susto de mi vida. — Dijo sin soltarme.
— ¿Creíste que me había
pasado algo? — El asintió. — Todo está bien. — Dije tomando su rostro para mirarlo a los ojos.
— No debí dejarte sola.
— Dijo besando mi frente y luego dándome un beso rápido en mis labios.
Esto chico va a matarme,
primero me besa, luego se enoja, ahora se preocupa y vuelve a besarme otra vez.
Estoy perdida en este
universo llamado Lucas. Y no quiero que me encuentren.
Luego de haberme
acompañado hasta la puerta de mi departamento y asegurarse que entrará Lucas se
marchó, no sin antes besarme nuevamente.
Llegué a mi habitación
directamente y me tiré en la cama, repasando una y otra vez el día que tuve.
Lucas hace de mi vida un
mundo lleno de emociones, a veces hay cosas malas, pero creo que las pasaría
una y otra vez con tal de estar cerca de él.
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