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miércoles, julio 1

Capítulo 7 #QQDMi

Mi hogar



(Lunes) Cinco días antes.


Después de la charla con Marlene en la terraza me sentí tranquilo, el que me haya perdonado por haber sido un jodido en la secundaria me quitó el
remordimiento que llevé por años.
Aún así, después de haberla dejado en la puerta de su departamento, siento que quedan cosas por solucionar.
Llegué a mi casa y traté de relajarme en el sillón. El silencio y la soledad me rodeaban, es algo que siempre me pareció extrañamente agradable, pero ahora, en estos momentos preferiría estar acompañado.
Mi celular sonando en mi bolsillo me sacó de mis pensamientos. Miré el número y maldije.





 *¿Qué quieres?* Hable rápido y cortante para que la conversación no durara mucho.





*Hijo solo quería que sepas que volveré* El esperó mi respuesta pero no pude decir nada. * Solo serán unos meses, debo ver unos negocios y luego regresaré a España*





*¿Qué tengo que ver yo con esto?* Respondí tratando de mantener la calma.





*Pensé que… Tal vez podía verte* Dijo despacio.





*Eso no es una opción desde que jodiste las cosas* Dije y corté la llamada. 





Mi padre era el típico hombre de negocios, que nunca tenía tiempo para su familia. Lo veía pocas horas y en algunas ocasiones pasaba días sin verlo. Jamás nos faltó nada en casa, pero el icono paterno brillaba por su ausencia.
Una tarde cuando tenía diez, con mi madre fuimos de viaje sorpresa a España, ya que mi padre debía quedarse un mes por trabajo.
Cuando llegamos, mi mamá me dio las llaves mientras ella pagaba el taxi. Abrí la puerta con prisa y salí corriendo hacia su despacho, sabía que él estaría ahí, entre corriendo y los encontré.
Mi padre besando a una mujer que trabajó con él durante muchos años. Ella estaba sentada en su escritorio y él cuerpo de mi padre entre sus piernas.
En ese momento algo se quebró en mí. Mi idea de familia se rompió ante mis ojos. Mi idea de matrimonio se destruyó en ese instante. La ilusión de querer ser igual a mi padre cambió, nunca sería como él, ni haré lo que él hizo. Ese día hice una promesa, jamás tendré una familia, solo yo a partir de ahora.
El desprecio hacia mi padre creció con los años, cuando me enteré que él y esa mujer tenían un hijo dos años menor que yo.

Luego de cortar la llamada, pensé en llamar a Marlene, necesito una distracción y ella me hace reír, me hace sentir cómodo, me hace bien…
Luego recordé que estaría con su novio.
Me dirigí a la cocina y tomé una botella de whisky, antes de tomar mi cuarto vaso fui a buscar mi celular a la mesa y caí en mi sillón.
Decidí escribir un mensaje a Marlene, haría todo lo posible para que ella esté conmigo esta noche, es la única persona que puede ayudarme en estos momentos…






####






Actualidad


Me miré al espejo y observé los signos que había en mi cara de anoche, mis ojeras estaban marcadas. Solo hace cuatro horas dejé el departamento de  Lucas y no pude dormir casi nada.
Ian me había escrito a las siete para decirme que volvería a nuestra ciudad, así que pensé que sería bueno visitar a mis padres y mientras tanto podría tomar algunas fotografías para un trabajo que debo presentar.
Me maquillé para disimular mi insomnio y así poder estar más presentable.
Al decidió quedarse, y entre sueños me pidió que salude a mis padres y que me burle de Ian por manejar como “abuelita”.

Minutos más tarde, estábamos en la ruta que nos llevaba a la ciudad en la que crecimos, Ian puso música tranquila y eso hizo que duerma todo el viaje, soy una pésima y aburrida amiga.






— ¿Dónde estamos? — Pregunté sin abrir los ojos







Ian se rió — Estamos llegando, ¿Marlene, acaso no dormiste ayer? —






— Muy poco, fui a una fiesta. — Dije incorporándome y abriendo los ojos.






— ¿A una fiesta? A ti no te gustan las fiestas. — Dijo sonriendo.






— No te equivocas en eso… Lucas me invitó, y lo acompañé. —Dije sin rodeos.






— ¿Están saliendo? —






— ¿Tú también con eso? Creo que tú y Al son más parecidos de lo que pensé. Y no, no estamos saliendo— Dije mirando por la ventana del auto y noté que habíamos llegado. Ian estacionó el auto en la casa de mis padres, y antes de bajar preguntó.





— Lene, ¿Sigues sintiendo lo mismo por él? —





Pensé bien su pregunta, claro que no sigo sintiendo lo mismo por Lucas, los sentimientos son más intensos ahora. Antes no había sentido tanta necesidad de abrazarlo, de cuidarlo, y el deseo que él cambie de actitud y por una vez en su vida me traté bien dos días seguido.
Sin lugar a dudas estaría siempre para ayudarlo, no sé si por idiota, masoquista o porque es el único chico que quise y que nunca pude dejar de querer.
Mi amigo me preguntó si sigo sintiendo lo mismo por Lucas, evidentemente no. Mis sentimientos aumentaron desde que lo volví a ver, estoy segura que lo quiero más de lo que quiero aceptar.






— No— Respondí a su pregunta.






Ian solo asintió, y sabe que mi respuesta es ambigua, pero no preguntó nada más.
Bajamos del auto y nos encaminamos hasta la casa de mis padres,  mi perro Evaristo, un labrador retriever blanco nos dio la bienvenida. Solo tiene un año pero creció mucho de la última vez que lo vi.





— ¿Qué le dan de comer a este perro? — Preguntó Ian mientras agarraba a Evaristo que se ponía en dos patas. — Tiene una fuerza sobrehumana, digo sobrecanina, o algo así.





— ¿Acaso existe esa palabra? — Dije riéndome mientras me dedicaba a acariciar a mi perro mientras jugábamos con él.






— Cariño ven, los chicos llegaron. — Chilló mi madre mientras salía a recibirnos.






— Hijos — Dice mi madre abrazándonos. Ella dice que adoptó a Ian como hijo el día que yo la convencí de que solo éramos amigos y nada más.





— Hola Señora Muller— Saludo Ian.






— Hola ma— Sonreí y le di un pequeño abrazo.






— Chicos— Se escuchó la voz de mi padre y salí a abrazarlo. — Hola cariño— Susurró en mi oído.






— ¿Abrazas a papá más que a mí? — Dijo mi madre en tono divertido. Ian rodeó su brazo alrededor de mi madre. Él compró a mis padres desde la primera vez que se conocieron y puedo decir que ya tenemos la misma confianza que una familia.






— El es mi hijo— Dice señalando a mi amigo, yo solo reí mientras caminaba adentro de mi casa. Mi antigua casa.






Cuando entré, noté que todos los muebles estaban en su lugar, solo compraron una tele más grande. Los sillones blancos de la sala seguían llenos de cojines de colores, cuadros de todos los tamaños inundaban las paredes. Digamos que mi antigua casa tenía su pequeño toque alegre sin una pizca de ridiculez.
Alfombras rojas y negras se situaban en algunas partes del piso de madera.
Mi vista se dirigió a la escalera y me entraron ganas de ir a ver mi antiguo cuarto. Mi padre notó a donde estaban mis ojos y me habló.






— No tocamos nada de tu habitación. — Dijo





— Lo sé. — Mi madre siempre espera a que regrese, porque con diecinueve años dice que aún soy muy joven para vivir sola en otra ciudad.






Era un día soleado típico de verano, y mi madre ofreció desayunar en el patio trasero.
Las sillas de madera tenían cojines de color blanco y verde a rayas y en la mesa había un pequeño florero con una flor rosa en el medio. Los pequeños detalles de mi madre me hicieron sonreír, ella no dejaba de adornar todo.
Papá y yo siempre reíamos de sus locuras hogareñas.






— ¿Se quedan a comer? — Preguntó mi madre.






— Yo solo estoy de pasada, debo visitar a mis padres y a Emily— Dijo Ian.






— ¿Cómo está tu hermana? — Preguntó mi padre.






— Cumplirá seis en dos meses— Dice Ian sonriente.






Aún recuerdo la emoción en su voz cuando me contó que tendría una hermanita, ella tiene el mismo color de ojos que Ian, y su cabello es rubio y lacio. Tiene rasgos parecidos al de su hermano.
Luego de una hora Ian se marchó para visitar a su familia, yo me quedé con mis padres y decidí visitar mi antigua habitación.
Mi padre no mintió, todo está tal cual lo recuerdo.
Evidentemente mi madre limpia mi habitación a menudo, todo está muy limpio. Desde que me mudé no he estado aquí. Veía a mis padres porque ellos eran los que venían a visitarme.
La cama seguía contra la pared, y estaba cubierta con un acolchado de color coral, que seguramente, vendría a buscar en invierno. Arriba tenía una almohada de color blanco y dos cojines negros.
Los estantes que tenían mis libros estaban vacíos, solo quedó un oso de peluche que me regalaron mis padres cuando tenía cinco.
Las paredes color vainilla estaban levemente desgastadas, y a pesar de que mi madre mantenía el orden y la limpieza, podía sentir abandono y ausencia en el lugar. Decidí abrir las ventanas de madera que tenía a los pies de mi cama.
Me senté en mi antiguo escritorio de estudios, y tomé un cuaderno que guardaba bajo este. Era como una especie de escondite secreto, donde volcaba mis sentimientos.


No es un diario íntimo… Creo.


 No sé porqué todavía lo conservo, pero no quiero tirarlo aún. Decidí leer una página al azar, donde encontré una pequeña nota.




“Sus ojos verdes me miran con burla, pero mi mente hace caso omiso a ello, y se concentran en lo bonitos que se ven en un día de tormenta”




Me reí ante mis palabras escrita años atrás. Recuerdo lo mucho que me gustaba el otoño, una estación con bastantes días nublados. Gracias a ello podía admirar los ojos de Lucas que se volvían más oscuros.
Cerré el cuaderno y lo guardé nuevamente en su lugar, espero que mis padres no lo encuentren, y si lo encontraron que no lo lean.
Miré mi mochila y tuve ganas de buscar mi celular que estuvo en el bolsillo desde que salí de casa, ya eran las 11:54 según el reloj que llevo en mi muñeca izquierda, y en mi otra muñeca llevo la pulsera que me regaló Bruno, es la segunda vez que la uso desde que me la dio.
Preferí no hacer caso a mis pensamientos y dejé mi celular en el bolsillo de mi mochila, solo saqué mi cámara.
Bajé las escaleras y me choqué con mi madre.






   ¿Estás contenta de estar en casa? — Preguntó con una sonrisa.






   Si mamá los extrañé. —






   Puedes venir siempre que quieras. — Habló en tono melancólico.






   Lo sé mamá, iré a sacar algunas fotos en el patio. — Dije con una sonrisa.






De acuerdo, iré a preparar el almuerzo.  — Dijo mientras me besaba la frente.






####








Desperté con mis brazos alrededor de una almohada. Levanté la vista mientras abría los ojos.
Noté silencio y soledad en mi habitación… Estaba solo.
Me levanté y la busqué en todo el departamento pero no estaba. Volví a la sala y encontré una maldita nota en la mesa.




<Lo siento, pero no podía quedarme>




La rompí y la tiré a la basura. ¿Qué problema tenía con quedarse? ¿Será que en verdad la asusté ayer? Después de todo la dejé sola…
No, en realidad ella estaba con ese idiota que no recuerdo el nombre. Yo no tenía la culpa, ella debe darme una explicación de cuál fue su motivo para irse de aquí.
Iré a buscarla… Ahora.
Decidí ducharme rápidamente, en mi rostro no estaban los signos de la pelea salvo una pequeña marca en mi mejilla que poco me importa.
Minutos más tarde estaba aparcando en la vereda de su departamento. Estoy sumamente malhumorado pero no entiendo la razón.
Anoche vi en que piso estaba el ascensor, por lo que ya sé a donde vive. Subí por las escaleras para intentar calmar la molestia que estoy sintiendo. Generalmente, en estos momentos voy por un trago, pero hoy prefiero hablar.
Llegué a su puerta y golpeé. Como nadie respondía decidí hacerlo más fuerte, luego de unos minutos la puerta se abrió.





— ¿Qué rayos sucede? — Dijo una chica con cabello rubio y despeinado.






— ¿Marlene está? — Pregunté respirando tranquilamente tratando de ser paciente.






   ¿Quién eres? — Preguntó mientras se frotaba los ojos. Llevaba una resaca de los mil demonios.






   Un amigo—






—Oye, yo te conozco… Eres el que vino a la tienda una vez. — Dijo.






   Exacto. ¿Está Marlene? —






   Sabía que Marlene te había gustado. — Dijo. Joder, ¿Por qué rayos no va a llamarla?






   ¿Puedes llamarla? — Le pregunté con mi paciencia al límite.






   Ella no está. —






   ¿Acaso no llegó anoche? — Pregunté y supuse que estaría con el idiota de ayer, la idea me puso loco.






   ¿Tú eres Lucas? — Preguntó.







   Si, ¿Anoche no llegó? —






La rubia se cruzó de brazos y respondió — Si llegó, pero se fue temprano con su amigo. — Terminó la frase con una sonrisa.





Tenía ganas de golpear algo. ¿Acaso Marlene me dejó para verse con ese maldito desgraciado?






   ¿Puedes decirme donde fue? —






   Puedo decirte donde fueron, pero no tengo ganas de hacerlo. — Dijo.






   Debo hablar con ella—






   Dime Lucas, ¿Qué es lo que quieres? Soy la mejor amiga de Lene hace muchos años, y no permitiré que un idiota la trate como basura. —






   Somos amigos ahora— Dije tratando de creerme a mi mismo.






   No puedo ayudarte. — Dijo mientras cerraba la puerta.






No entiendo porque me cae tan mal su amigo, pero si ella prefiere pasar tiempo con él es porque debe tratarla bien.
Yo debo hacer lo mismo, pensé.
¿Acaso estoy considerando competir con ese tipo? ¿Qué rayos gano con esto?
Aún seguía parado en la puerta, y decidí golpear de nuevo.





   ¿Tú de nuevo? —





Levanté las manos mostrando que venía en paz, ella volvió a cruzar sus brazos, en verdad desconfiaba de mi.





   Necesito hablar con ella. ¿Puedes decirme dónde encontrarla? — dije






Ella rodeó los ojos.






####








   Cariño, en quince minutos estará el almuerzo. — Me dijo papá, mientras le saqué una foto.





   ¿Qué haces? — Dijo sonriendo.





   Nada, solo quiero sacar algunas fotos para poner en mi cuarto. —






   La cara de un hombre, viejo y calvo… ¿Es eso lo que quieres poner en tu habitación? —






   Tú lo dijiste. — Dije sonriendo.






   ¡Marlene! — Gritó mi madre.






   Lo sé, el almuerzo estará en quince minutos. — Le dije mientras me reunía con ella en la puerta trasera de mi casa.






   Un chico pregunta por ti, dice ser tu amigo, te espera en la sala. —






   ¿Qué? — No sé porqué pero mi mente me llevaba a una sola persona.






Entré a mi casa y Lucas estaba parado en la sala. Tropecé con mis pies y casi me caigo. El sonrió.






   ¿Qué haces aquí? — Tragué saliva.






   ¿Por qué te fuiste anoche? — Preguntó acercándose a mí.






   No puedo quedarme dos veces a dormir en tu casa, sería una falta de respeto para ti.  — Dije y noté lo estúpido que sonaba.





Su risa inundó el lugar y dije  — Quizás estás acostumbrado a tener visitas constantes, pero yo no soy así. —





   —   En primer lugar, yo nunca recibo visitas. En segundo lugar yo te invite. — Dijo acercándose más, y me susurró al oído mientras yo aspiraba el aroma de su cuello.  — Y en tercer lugar, no es faltarme el respeto. Me encanta tenerte en mi cama.






 Lo aparté cuando oí unos pasos acercándose.






 — Hija ya está el almuerzo… — Dijo y luego miró a Lucas.  — Puedes quedarte a almorzar. — Ofreció mi madre.






Yo negué disimuladamente con la cabeza y mi mamá me observó confusa. Creo que Lucas me vio porque él me miraba y sus hoyuelos aparecieron.






— Me quedaré si Marlene quiere. — Dijo mirándome divertido.






Suspiré antes de contestar. — Quédate a comer con nosotros Lucas—






El miró a mi madre y se encogió de hombros. — Ven por aquí— Dijo ella, mientras Lucas la seguía.





Observé la irónica imagen que tenía ante mis ojos. Esto no podía ser bueno.
Lucas se sentó a mi lado en la mesa, mi padre lo miraba fijamente pero no de manera amenazadora, solo lo estaba analizando.






— ¿De dónde se conocen? — Preguntó mi padre mientras cortaba el pollo que tenía en su plato.






— De la escuela. — Respondió Lucas.






— Nunca te había visto antes, ¿Conoces a Ian? — Preguntó mi madre.






Lucas curvó sus labios hacia arriba. — Si. —







Mis padres se miraron, obviamente sorprendidos, Lucas era un chico de pocas palabras. Pero debo reconocer que se sabe comportar.







— ¿También conociste a ese chico que molestaba a Marlene? — Preguntó mi madre. Yo jamás les mencioné quien era la persona que me trataba mal en la secundaria, pero ellos sabían que había un chico.
Lucas se tensó en su asiento.






— Ma no hablemos de esas cosas, ya pasaron. — Dije lo más tranquila que pude.






— Tienes razón hija, pero recuerdo lo angustiada que llegabas. Recuerdo que estuvimos a punto de cambiarte de colegio—






—Si, pero eso ya pasó. — Dije forzando una sonrisa, pude notar que Lucas dejó el tenedor apoyado en la mesa y miraba fijamente su plato.






Mi madre en un intento de romper el hielo dijo — Tienes razón ya pasó, además ¿Ese chico te gustaba verdad? Qué bueno que ya no lo ves, ahora puedes seguir adelante fácilmente.





Me quise morir en ese instante. Noté la mirada de Lucas disparada hacia mí.
Yo no pude decir nada, no podía levantar la mirada. Si mi madre quiso ayudarme, debo decir que me enterró diez metros bajo tierra.






— Claro que no querida. Nuestra hija sabe cuidarse, jamás estaría con alguien que la lastimara. — Dijo mi padre y cambió de tema.





Amo a mi madre, pero metió la pata hasta el núcleo de la tierra, Lucas no dejó de mirarme en todo el almuerzo. Yo no lo miré en ningún momento.
Me ofrecí a lavar los platos mientras mi mamá los levantaba. Fui directo a la cocina, abrí el grifo y mojé mis manos en un intento de calmarme.
Mi madre llegó con los platos y yo los comencé a lavar.





— Marlene, ¿Ese chico es tu novio? — Preguntó.






— No, solo es un amigo mamá. — Respondí cansada.






— El es lindo. — Dijo con una sonrisa pícara.






En algunos momentos cuando me miraba al espejo, podía ver a mi madre y el parecido en nosotras. Cabello castaño y lacio pasando los hombros, y en algunas ocasiones teníamos  bucles en las puntas. Tez blanca, estatura media, no éramos delgadas por completo, pero si teníamos bien marcada nuestra figura, y puedo decir que tengo un buen estado físico gracias a que solía correr mucho. En casi todo me parecía a ella, excepto mis ojos cafés, eran igual a los de mi padre, ya que mi madre tenía ojos azules.






— Iré a buscar las demás cosas. — Dijo mi madre con una sonrisa. — Por cierto hay un lavavajillas ahí.






Yo seguí lavando los platos con el grifo, dejando el lavavajillas atrás.






— ¿Necesitas ayuda? — Preguntó Lucas detrás de mi. Me tensé al instante.






—  Yo puedo, gracias. — Respondí rápido.





Sentí sus manos en mis brazos. — Hey, si estás así por lo que dijeron recién, no me afectó, y lamento que te hayan recordado lo estúpido que fui. — Dijo en mi oído. Cerré mis ojos.
Lo que más me afectó fue que él se enterará de mis sentimientos.






— Todo está bien— Dije, mientras me daba vuelta para mirarlo a los ojos.






— De acuerdo. — Dijo sonriendo. Límpiate. 





— ¿Qué tengo? — Comencé a tocar mi rostro en todos lados.





El estiró la mano y me puso la espuma del jabón en la mejilla.





— Tienes jabón. — Dijo, mordiéndose el labio levemente para no reírse.






Yo lo miré enarcando una ceja, lo tomé del rostro y froté mi mejilla contra su cara limpiándome contra él. Lanzó un pequeño quejido y recordé la pelea de ayer.





   Lo siento, lo siento. — Dije.






Él solo sonreía con malicia y luego me llenó de espuma todo el cabello.





 — Acabas de cometer un grave error. — Dije y él se encogió de hombros.






Agarré un vaso y le tiré el contenido. Terminé mojando su camiseta y parte de su cara con agua en vez de tirarle espuma.
El levanto de su camiseta para limpiarse la cara, y noté en sus costillas las famosas teclas de piano y del otro lado tenía una guitarra a lo largo. Anoche no lo noté porque él estaba de costado.






— Veo que te gusta la música. — Dije mirando la guitarra criolla tatuada en su piel.






El dejó su camiseta arriba. — ¿Te gustan? — Preguntó.




Yo estaba algo perdida, no sé si hablaba de sus tatuajes o de sus músculos. <Rayos, Marlene. Concéntrate>, me dije.
Antes de responder, escuchamos unos pasos, y el bajo su camiseta lentamente, mientras me miraba.





— ¿Necesitan ayuda? — Preguntó mi madre y luego nos miró a nosotros y después el suelo con agua. — ¿Qué pasó aquí? — Dijo frunciendo el ceño.





— Nada. — Dije riéndome.





Ella entrecerró los ojos y luego se fue.
Pasamos parte de la tarde en el patio trasero de mi antigua casa. Mientras yo acariciaba a mi perro, noté que Lucas se acercaba a mi padre. Supuse que todo iba bien porque ambos sonreían. Lucas con su típica sonrisa mostrando sus hoyuelos en todo su esplendor.
Me encantaba esa sonrisa.

Escuché a mi madre aclararse la garganta. Y la miré.






— Hija…— Vaciló. — ¿Te gusta ese chico? —






La miré con mis cejas alzadas. — ¿Por qué preguntas eso? —






— Porque no has dejado de mirarlo. —





Yo sonreí. — Los miro, porque es raro verlos así. — Dije observando a mi padre y a Lucas conversando entre dientes y sonriendo ampliamente.






 — Hija, ¿Ian vendrá a buscarte? — Preguntó mi padre.






— Supongo que si, pero no sé a qué hora… Yo debería ir al parque a sacar algunas fotos para un trabajo. —






— ¿De qué se trata? — Preguntó mi mamá.






— Debemos hacer un álbum, es una presentación. —






— Luego cada imagen debe contar una historia, ¿verdad? — Preguntó Lucas.






— Si, ¿También debes hacer ese trabajo? —






— Lo hice en primer año. —





Recordé que él era mayor que yo, pero no recuerdo cuanto, además ¿Por qué estaba en mi clase de los viernes?




— ¿Estudian juntos? — Preguntó mamá.





— No— Respondió Lucas y lo miré. — Estoy en mi último año de comunicación audiovisual, solo fui a una clase de primer año, porque el profesor me lo pidió.





— Eso quiere decir que van a la misma universidad pero no a la misma carrera. —






— Exacto. — Dijo Lucas.






— ¿Qué edad tienes? — Le susurré a Lucas.






El con su mano izquierda me mostró dos dedos y con su derecha tres. El tiene veintitrés.





— Puedo llevarte al parque. — Dijo Lucas.






— Eso sería genial hija, el puede darte consejos con tu trabajo. — Dijo mi madre.





— Preferiría hacerlo sola, pero si acepto que me lleves. —Dije dirigiéndome a Lucas.





Minutos más tarde estábamos en el parque, solo necesitaba algunas imágenes para recrear las tardes que viví con mis padres aquí.





— ¿No hay fotos tuyas? — Preguntó Lucas mientras miraba la memoria de mi cámara.






 — No. ¿Cómo sabías que estaba aquí?—






 — Tu amiga. —






— ¿Enserio? — Conozco a Al y ella es algo desconfiada.






— Si, digamos que no fue fácil. — Alcé mis cejas. — De acuerdo, yo creí que estabas con el idiota de la fiesta. —






— ¿Con Bruno? ¿Qué hay con eso? —







— Ella creía que estaba celoso, entonces tuve que decirle que si, para que me dijeras dónde estabas. —






— Vaya, debió ser difícil para ti. — Dije con sarcasmo.






— No lo fue— Dijo y lo miré a los ojos. — En verdad moría de celos. —






Comencé a reír falsamente. — No te creo.  Ya es hora de irnos. — Finalicé






El me tomó del brazo y me acercó a su cuerpo. Su aliento chocaba contra mi boca.






— ¿Por qué no me crees? — Susurró.






— Ya tenemos que irnos. — Dije y mis palabras salieron apresuradas.






— ¿Por qué siempre huyes? —






Por miedo, pensé.
Comencé a caminar, mientras Lucas me seguía de cerca. En un rápido movimiento él puso su pie delante de mí, y terminé cayendo en el pasto. Digamos que mi caída fue con delicadeza porque el me atrapó.
¿Me tira y luego me atrapa?
El se puso encima de mí.







— Ahora no puedes huir. — Sonrió.






— ¿Qué estás haciendo? Sal de encima, la gente pensará cualquier cosa. — Dije mientras lo empujaba con poca fuerza.






 — No me interesa lo que piense la gente… Ahora dime, ¿Es verdad lo que dijo tu madre? — Habló mientras me observaba, el sostenía uno de mis brazos con delicadeza al costado de mi cuerpo, y con su otro brazo mantenía su peso para no caer del todo encima de mí, mientras su rostro estaba a poca distancia del mío. Nuestras piernas entrelazadas.
No quería pensar en mi rodilla apoyada sobre su… Joder, debo tener la cara roja en estos momentos.







— Dime Marlene, ¿Yo te gustaba? — Preguntó y noté la desesperación por saber la respuesta.





Asentí, mientras miraba a un costado. Estuvimos unos segundos así hasta que yo hablé.






— Bien. ¿Puedes salir de encima? — Pregunté y en un pequeño acto de valentía lo miré a los ojos.






Lucas me miraba fijamente. Y para mi jodida mala suerte no pude leer su inexpresivo rostro.
Hice el amague a levantarme pero el puso su boca en mi camino.
Yo seguía con mis ojos abiertos por la sorpresa, pero sin vacilar me perdí en su beso. Mi cuerpo se relajó al instante, el soltó mi mano para tomar mi rostro. Su lengua repasó la mía sin piedad, y por un instante olvidé el parque, la gente, y hasta mi nombre.
Una de mis manos estaba en su pecho y la otra acariciaba las teclas del piano tatuada por encima de su ropa.
Muy a mi pesar me separé de él.






— Estamos haciendo un espectáculo en el medio del parque. — Susurré mientras recobraba el aliento.






— No tienes ni idea de todas las cosas que te haría. — Dijo mientras acariciaba mis labios con su pulgar.






Se levantó y tendió su mano para ayudarme a levantarme. Sin soltarla me dirigió hasta su auto.






— ¿Volverás a saludar a tus padres? — Asentí mientras bostezaba, necesito dormir. — No dormiste ni un poco anoche ¿Verdad? —






— No. — Dije con los ojos  cerrados, y repasaba su beso una y otra vez en mi cabeza.






— ¿Qué harás después? — Me preguntó.






Lo miré mientras él miraba fijamente la carretera, frunciendo el ceño en algunas ocasiones. Su boca estaba roja, yo sonreí.






— Nada. — Respondí mientras aparcábamos en la casa de mis padres.






— ¿Quieres que te lleve o prefieres que te lleve Novak? — Dijo refiriéndose a Ian.






— Pasaré a saludar a mis padres y voy contigo. — El mostró su hoyuelo. — ¿Vienes? — Pregunté.






Minutos después yo estaba abrazando a mi madre mientras estábamos en la puerta.






— Tengan cuidado. — Dijo ella.






Lucas y mi padre compartieron una mirada rápida y se saludaron.

Mientras volvíamos a la ciudad, nuevamente me quedé dormida.
Me desperté con la voz de Lucas en mi oído.





 — Mar despierta.  —





Sentí su boca en mi cuello, y abrí los ojos al instante.
Estábamos en su auto, pero en el estacionamiento de su casa.






— ¿Qué hacemos aquí? —






El se encogió de hombros. — Como ayer no te quedaste, decidí que hoy vengas a mi departamento, además eres mi enfermera. — Dijo señalando su mejilla.






— Lucas, no puedo quedarme aquí. — Dije tratando de buscar algún argumento para convencerlo.






— De acuerdo. — Dijo y me sorprendió lo sencillo que fue. — Te daré dinero para un taxi, estoy cansado para conducir. — Dijo y supe que estaba enojado. Supongo que soy la única que le dijo que no en su vida.






— Es temprano, caminaré. — Dije bajando del auto.






— Hazme caso Muller, oscurecerá en cualquier momento. — Volvió a llamarme por mi apellido. Sip, estaba enojado.






— Nos vemos. — Dije mientras caminaba hasta la salida del estacionamiento, el no me siguió.





Caminé hasta mi departamento. No entiendo que le pasa a Lucas, hasta hace unos momentos todo iba bien entre nosotros. No puede enojarse porque no acepté quedarme con él, además no puede salirse con la suya siempre.
Mi celular no dejaba de vibrar en mi bolso, decidí ignorarlo.
A pesar de ser las 19:45 la calle estaba desierta y oscura, apuré el paso mientras las luces de una camioneta hicieron que entrecierre mis ojos, el vehículo frenó al lado mío y una voz masculina dijo algo desde el interior que no pude comprender…






####






Subí por el ascensor y presioné el botón del último piso.
Miles de imágenes de Marlene en peligro vinieron a mi cabeza. Presioné un botón para frenar el ascensor pero este subió hasta el último piso, volví a presionar el que me llevaba hasta la planta baja del edificio.
Una vez ahí corrí hasta el estacionamiento en busca de mi auto, subí y busqué a Marlene por todas las calles mientras llamaba a su celular.
Estoy seguro que no tomó ningún taxi y que fue caminando. Joder, a veces es muy desafiante.
Después de dar algunas vueltas por la ciudad, supuse que ella ya habría llegado a su casa.
Esta vez, preferí tocar timbre en vez de volver a chocar con su amiga y sus insistentes preguntas.






— ¿Lene? ¿Volviste a perder las llaves? — Preguntó la voz de su amiga.






Y con eso me acababa de confirmar que Marlene no volvió a su casa.
¿Cómo es posible? Hace media hora dejó el estacionamiento, ya debería haber llegado aquí.
Volví al auto y repasé el camino mirando hacia todos lados, ¿Dónde podría estar?







####





— ¿Qué haces aquí? — Me preguntó bajándose de la camioneta.





Suspiré al notar que era Bruno.





— Este lugar es peligroso. Te llevo. — Dijo.





Llegamos a la vereda de mi departamento y le conté a Bruno todo mi día, sacando algunos pequeños detalles como lo de mi beso en el parque y porqué estaba caminando sola.
También le conté todo lo sucedido en la fiesta, que Lucas me defendió del chico que me estaba molestando.
Bruno escuchó atentamente.





— Ahora entiendo, ¿Sabes lo que me costó separarlos? Tu… amigo tiene mucha fuerza. — Dijo.





Mi celular no dejó de vibrar, y ya me estaba molestando decidí responder.






* ¿Qué quieres? *






* ¿Dónde estás? ¿Estás bien?* Preguntó Lucas y parecía… ¿Angustiado?






* Llegando a mi casa. * Dije y el suspiró.






* Quédate donde estás iré por ti. *






* Estoy en la puerta. * Dije.






* Iré por ti. * Repitió y corto la llamada.






— Lo siento, debo irme… Gracias por traerme. — Le dije a Bruno, el miraba mi muñeca.






— Tienes puesta la pulsera. — Dijo sonriendo.






— Claro, me encanta. — Le dije agitando mi muñeca.






Lo saludé y esperé a Lucas, pasado tres minutos noté su auto aparcando en mi puerta. Prácticamente salto del coche y me sorprendió cuando me abrazo fuertemente.






— ¿Estás bien? — Pregunté. El estaba temblando.






— Joder, me pegué el susto de mi vida. — Dijo sin soltarme.





— ¿Creíste que me había pasado algo? — El asintió. — Todo está bien. — Dije tomando su rostro para  mirarlo a los ojos.






— No debí dejarte sola. — Dijo besando mi frente y luego dándome un beso rápido en mis labios.






Esto chico va a matarme, primero me besa, luego se enoja, ahora se preocupa y vuelve a besarme otra vez.
Estoy perdida en este universo llamado Lucas. Y no quiero que me encuentren.

Luego de haberme acompañado hasta la puerta de mi departamento y asegurarse que entrará Lucas se marchó, no sin antes besarme nuevamente.

Llegué a mi habitación directamente y me tiré en la cama, repasando una y otra vez el día que tuve.
Lucas hace de mi vida un mundo lleno de emociones, a veces hay cosas malas, pero creo que las pasaría una y otra vez con tal de estar cerca de él.





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